martes, 22 de enero de 2008

Carta para un nieto con Niños de Porai

El Junko, 22-11-07
Querido nieto Aarón:
Así como uno los encontró en cualquier lugar de esos que los mapas ignoran, así mismo te brillan como chispitas en el remirar de contactos, o bien te saludan alegres desde las copias de archivo. Porque tú, fotógrafo, sabes que no hay recuento de trabajo donde no aparezca algún niño; son como el papelón necesario a tu café, como el color que le falta a tu arcoiris. ¿ Porqué no pensar que ellos son duendecitos con toque de magia, o bien el amuleto que nos da suerte en cada click que apretamos?
Me cuentas que te motivaron, y así fuiste consiguiendo a tus niños de porai. Y ya ves que no te ha sido dificil, porque ellos no son esquivos, te aparecen como respiros, son curiosos y su curiosidad los mete de cabeza entre los demás cuadros de la cámara. ¡Aleluya!...
Nuestra querida Dominique Gago se enamoró de los míos, y los invitó a venir a Caracas, a la sala de la AF que ella dirigía. Fue en octubre del año 95, y ellos entusiasmados, cogieron su sonrisa, su ternura, su timidez y su asombro, y con curiosidad se instalaron a mirar a sus visitantes. Y era un regalo ver los gestos de quienes los contemplaban y establecían con ellos un diálogo silencioso, porque nadie por mucha piedra que tenga de corazón, deja de ablandarse y sentirse aguadito ante el decir de un niño.
Unos se fueron a habitar otros lugares y los que se quedaron, luego salieron a las salas de espera de centros ambulatorios y allí los vimos dando compañia a las madres e hijos que esperaban el turno médico. Otros no volvieron porai, están con nosotros y con el tiempo no han crecido, siguen siendo niños, o sea bendición y conciencia.
Mientras hablo con los tuyos, les va un abrazo para todos.

Mariano Díaz