martes, 22 de enero de 2008

NIÑOS DE PORAI - de Aaron para el abuelo

En uno de esos momentos de mi vida mientras aun era estudiante de la Escuela de Artes, junto a un gran grupo de compañeros tuve la oportunidad de conocer al maestro Mariano Díaz. Aun recuerdo su cara, su voz al momento de recibirnos y aceptarnos en su hogar. Que visita! Que recibimiento! Que afecto! Como si nos conociese de toda la vida.
Fue desde ese momento una gran escuela el conocer a “los abuelos” Mariano y Uvi.
Al ver su largo trabajo el cual me encanto por completo quedé marcado en particular por sus “Niños de Porai”, trabajo el cual fue desarrollando gracias a sus ires y venires por toda Venezuela.

Siempre he sido un sempiterno apasionado por el documentalismo y sin darme cuenta he venido durante largo tiempo fotografiando niños, niños que con suma facilidad se acercan, ríen, juegan y me han regalado anécdotas, miradas, sonrisas y hasta alguna travesura.

Este trabajo, esta versión, éste “Niños de Porai” es un homenaje al maestro, amigo y abuelo Mariano y a todos esos niños que de una forma u otra me ha demostrado que nunca dejamos de ser niños aunque nos vayamos poniendo viejos.

Aaron Sosa

PORAI

“Porai” son muchos lugares y ninguno a la vez, en estas imágenes Aarón Sosa nos demuestra que el lugar es lo que menos importa a la hora de retratar niños, el “Porai” los universaliza, los hace nuestros, accesibles. Los fotografía de igual a igual sin sacarlos de su entorno y sin interrumpir el instante, algunos le posan otros ni lo notan o se hacen los desentendidos pero se dejan ver. A través de su visión nos hace sentir que nos pertenecen un poquito. Los vemos y tenemos la impresión de que puede ser la foto del vecinito, la hija de la amiga, el sobrino tremendo, nuestro propio hijo o hasta nosotros mismos capturados en no sabemos que momento y por quién en algún tiempo remoto.

Si observamos bien es posible evocar ese “Micro mundo” al que alguna vez pertenecimos y puede ser que retornemos aunque sea fugazmente al “Nunca Jamás” del que muchas veces deseamos no haber partido.

Si nos preguntamos que es un “Niño de Porai” se pudiera decir que es una “cara sucia al viento, una cabeza desgreñada, cuatro metras, un palito y una chapa, algo “empegostado” parecido a chicle guardado en el bolsillo, el juego de la “Ere” y las Escondidas; un, dos, tres pollito Inglés y una risa a carcajadas”. Es un homenaje a los muchachos que sueñan, que juegan, que trabajan, es una alabanza a la vida y a la inocencia. Es un homenaje a todos los que aun se sienten como niños aun después de haber crecido.


Miglangel Bompart

Catalogo de la Exposición Niños de Porai Homenaje a Mariano Díaz - Alianza Francesa



Carta para un nieto con Niños de Porai

El Junko, 22-11-07
Querido nieto Aarón:
Así como uno los encontró en cualquier lugar de esos que los mapas ignoran, así mismo te brillan como chispitas en el remirar de contactos, o bien te saludan alegres desde las copias de archivo. Porque tú, fotógrafo, sabes que no hay recuento de trabajo donde no aparezca algún niño; son como el papelón necesario a tu café, como el color que le falta a tu arcoiris. ¿ Porqué no pensar que ellos son duendecitos con toque de magia, o bien el amuleto que nos da suerte en cada click que apretamos?
Me cuentas que te motivaron, y así fuiste consiguiendo a tus niños de porai. Y ya ves que no te ha sido dificil, porque ellos no son esquivos, te aparecen como respiros, son curiosos y su curiosidad los mete de cabeza entre los demás cuadros de la cámara. ¡Aleluya!...
Nuestra querida Dominique Gago se enamoró de los míos, y los invitó a venir a Caracas, a la sala de la AF que ella dirigía. Fue en octubre del año 95, y ellos entusiasmados, cogieron su sonrisa, su ternura, su timidez y su asombro, y con curiosidad se instalaron a mirar a sus visitantes. Y era un regalo ver los gestos de quienes los contemplaban y establecían con ellos un diálogo silencioso, porque nadie por mucha piedra que tenga de corazón, deja de ablandarse y sentirse aguadito ante el decir de un niño.
Unos se fueron a habitar otros lugares y los que se quedaron, luego salieron a las salas de espera de centros ambulatorios y allí los vimos dando compañia a las madres e hijos que esperaban el turno médico. Otros no volvieron porai, están con nosotros y con el tiempo no han crecido, siguen siendo niños, o sea bendición y conciencia.
Mientras hablo con los tuyos, les va un abrazo para todos.

Mariano Díaz